martes, 23 de octubre de 2018

Esta noche te cuento. Vivian Maier.

Hay veces que sin saber por qué, uno se levanta tierno, se pone a escribir y le salen historias como esta. Es seguro que tendrá muchos fallos, muchas cosas que corregir, pero me dejó contento. Lo que menos me gusta es esa elipsis ciclópea, ese salto espaciotemporal tan grande con el que se resuelve el cuento, y sin embargo, pienso que técnicamente es correcto. Me gusta la imagen de Vivian Maier, una excelente fotógrafa a la que no conocía, y que refleja con un sello muy personal la vida cotidiana. Fue el detonante que han buscado los de ENTC para este último mes y medio más o menos. No hubo laureles, aunque sí el premio de poder leer los cuentos de los compañeros, que en está ocasión alcanzaron un nivel muy alto. Podéis leer a los mencionados y a los seleccionados en este enlace.

RELATOS SELECCIONADOS

(entran directamente en el recopilatorio de 2018)
63. Extraños en un tren, de Eduardo Solana
66. Pérdidas, de Elisa de Armas
90. Tirar de la palanca en caso de emergencia, de Ernesto Ortega

RELATOS MENCIONADOS
(candidatos a la repesca para el recopilatorio de 2018)
32. El vestido, de Susana Revuelta
47. El tren del destino, de Ángel Barceló
48. Todo lo demás, de Paloma Hidalgo
62. Expreso de ida y vuelta, de Antonio Javier Álvarez
77. ¿Dónde estoy?, de Rafa Heredero
81. Cruce de vías, de Patricia Mejías
100. Treinta segundos, de Arantza Portabales



Resultado de imagen de vivian maier tren



Tal vez soñar

Ella, con las piernas llenas de arañazos y moratones en las rodillas, corre de un lado para otro, se sube a las sillas y a la mesa, se remanga su vestido evasé de encaje inglés, para saltar sobre las piezas de plástico que hay distribuidas sobre el suelo a modo de rayuela. Grita y canta con el pelo despeinado y los quiquis casi deshechos. Él, sentado en el centro de las vías, sigue ensimismado la trayectoria de la locomotora del Union Pacific, escucha las voces de la hija de la amiga de su madre y mordisquea con desgana la merienda. La niña, agotada de intentar atraer la atención de su nuevo amiguito, corre a por su pan con chocolate y se sienta junto a él. La cadencia redonda del convoy por fin les adormila, hasta que acaban los dos acurrucados en la alfombra.

Una voz de hojalata que anuncia la próxima estación les despierta. Se miran a los ojos todavía vidriosos y a las sienes de un extraño color blanco. Sonríen y, mientras piensan lo deprisa que ha pasado todo, se vuelven a dormir esperando que este tren alcance su destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario