domingo, 30 de septiembre de 2018

Esta noche te cuento. Tom Waterhouse

Ahora que parece que he cogido ritmo con las publicaciones en el blog, aprovecho para volver a compartir los relatos que surgen a las propuestas que desde Esta Noche Te Cuentos, lanza Juan Morán, desde su cuartel general en Cantabria, cada mes o mes y medio aproximadamente. Está fotografía, La sombra, de Tom Waterhouse, es la que sirve de inspiración y la que me dio la oportunidad, tenía muchas ganas, de meter a Banksy en un relato.

La sombra de Tom Waterhouse

Street art

Ayer soñé con Banksy. Fue un sueño repentino, fugaz, traicionero. Me quedé dormido en un restaurante del centro, un instante, entre la comanda y el primer plato. No sabría precisar si me despertó el camarero con su llegada o si fue el aroma de la sopa el que me devolvió a la vigilia. Levanté la vista, parapetado tras el vaho de crustáceos que subía desde el plato, por si descubría, desde las otras mesas, miradas indiscretas o socarronas que se regocijasen a costa de mi ocasional desliz. Nada. Ni siquiera un comentario mordaz o una sonrisa pícara que indicaran que había sido descubierto por quien acababa de servirme. La merluza en salsa verde llegó enseguida y nada más dar cuenta de ella, el flan de la casa se encontraba bailando en mi presencia. Es probable que los responsables del restaurante hubieran decidido que mis ronquidos perjudicarían su negocio, o simplemente quisieran dejar mesas libres para los clientes que esperaban en la barra. Así que pagué y me fui enseguida. Llovía. Abrí el paraguas. Yo también estaba deseando salir a estrenar el espray negro, el que había comprado para pintar la baranda del balcón, sobre las paredes mojadas de la ciudad.


sábado, 29 de septiembre de 2018

XII Edición de relatos en cadena. Septiembre. Episodio III.

Una mala semana, solo un micro de los tres que había prometido. Se ve que las musas se habían ido de vacaciones, algo que en el plano creativo es nefasto. Si a eso le sumamos que han sido días de mucho trabajo y que el tiempo se ha visto reducido a casi nada, el resultado no puede ser más que el que ha sido. Una lástima, porque estaba muy ilusionado con la frase de Eva García. Por cierto no os perdáis su blog, merece la pena dar un paseo por los muchos relatos que allí os esperan. La última ganadora de septiembre ha sido Paula Palacios con Un regalo del cielo. Han sido finalistas Esperanza Tirado con Despedida, que a mí es el que más me ha gustado, y Yolanda Nava con El monstruo. Para la final mensual se postulas los ganadores de las tres semanas de septiembre, Alberto García con Gemelas, Eva García con Ecos y Paula Palacios con Un regalo del cielo. Yo he votado por Eva, honradamente pienso que es el mejor, pero si no lo fuera es muy posible que le votara igual, porque se lo merece y porque Eva es mi amiga, y al final, cuando se las votaciones se hacen populares, es lo que votamos todos. 

Aquí os dejo mi micro, basado en hechos reales, aunque cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Los condenados de la tierra. Oswaldo Gauayasamín

La partida

Acercándose un poquito más al barranco donde se esconde la carnaza que llega desde el muladar, asoma su despoblada cabeza. Otea desde la escarpadura las escaramuzas de ratones y lagartos, el ajetreo de zorros y tejones, el revoloteo de avispas y moscardoas. Espera hasta que los cueros se resquebrajan, las carnes se ablandan, las tripas se descomponen. Hasta que los buitres que ve enfrente del abismo remontan el vuelo, planean en círculo hasta el valle y picotean, con voracidad ancestral, los despojos que yacen allí. Después vuelve a casa, mientras repasa de memoria los motivos por los que su mujer ha cruzado el charco, para volver con los suyos.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Viernes creativo de Ana Vidal. Luka Khabelashvili.


Este viernes, Ana Vidal, nos propone desarrollar un historia a partir de esta fotografía de Luka Khabelashvili.

Luka Khabelashvili



Impresión

Giselle tiene los pies de barro, la piel trigueña y un resplandor en la mirada capaz de helar la sonrisa más sincera. Giselle recorre al alba los campos labrados de Shambala. Se apodera del púrpura de los primeros rayos que arroja el sol a la mañana. Después levanta el vuelo para cubrir de sangre los campos de batalla. Su aliento escarlata agosta los cultivos, tiñe de rojo las aguas de los ríos, satura de grana la paleta de un pintor impresionista para el que posa, como una diosa arrojada de su templo, en un estudio de Montmartre.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Viernes creativo. Sobre las miradas miopes de Nicolás Jarque

Con motivo de la presentación del libro de Nicolás Jarque, Las miradas miopes, Ana Vidal nos propone para este viernes, escribir un relato a partir de esta pintura de Philip Barlow, en la que retrata la luz logrando el mismo efecto que unas dioptrías. 

Philip_Barlow_miopia_6
Yo, un poco sin darme cuenta, he ido un poco más allá, y quizá me haya excedido de dioptrías. Pero creo que el micro me ha quedado majo, así que a pesar de todo, esta es mi propuesta.

Juegos
Encienden la luz cuando quieren jugar al escondite. Uno dos tres cuatro cinco seis…renta y nueve cincuenta voy. Cuenta él de forma atropellada sin necesidad de cerrar los ojos ni de esconder la mirada. Se levanta del sofá con la urgencia de buscarla, de encontrarse cuanto antes. Agudiza los sentidos para seguir su rastro. Siente su respiración inmóvil, sigue su aroma disoluto hasta encontrarla en su cobijo. Palpa el aire negro con los brazos muy abiertos, cierra las salidas por las que pudiera escapar, aunque ella no quiera, aunque se rinda, aunque los dos se entreguen a un festín de prendas arrancadas, de despojos de lencería, de verse desnudos con los dedos, de saborearse en medio de la luz, en una isla oscura.

lunes, 17 de septiembre de 2018

XII edición de relatos en Cadena. Septiembre. Espisodio II


Segunda semana. Conseguido el objetivo de escribir los tres micros que me había propuesto, sin embargo no he recibido la deseada llamada de la SER. Esto va a ser una constante, aviso. Pero ha sido una semana feliz, porque mi amiga Eva García se ha llevado el gato al agua, en dura pugna con Asier Susaeta (también amigo) y Luciano Montero, a quien no tengo todavía el gusta de conocer. Podéis leer los tres relatos en este enlace.

Cuentas pendientes
¿Me oyes? La pregunta toca el techo con un ángulo de noventa grados, rebota en una de las paredes de la habitación hasta tocar el suelo, desde el que ya amortiguada, alcanza la cama de matrimonio para acurrucarse muy cerca del oído de la viuda, que intranquila, acostumbrándose todavía a dormir sola, reconoce en ese verbo cálido, la inconfundible voz de su marido. El novato espíritu del difunto, todavía incapaz de aparecerse de improviso o de atravesar a voluntad las paredes de la casa, empieza sin embargo a controlar su voz espectral, para recordarle a su mujer que ni olvida ni perdona.

El oráculo


¿Me oyes? Una voz lastimera me persigue día y noche. Reclama mi atención continuamente. No hace mucho, me reveló la fórmula secreta de la Coca cola mientras me duchaba con agua fría, por lo que puedo descartar que se tratara de una ensoñación inoportuna. Poco después, en el trabajo, me susurraba que España ganará el próximo mundial, con gol de Álvaro Morata en el último minuto. No le di mucho crédito, veremos. Ayer, cuando comía con unos compañeros, insistió en que rellenáramos una primitiva con los números que ella nos dictara. Dos hemos acertado, pero todavía nos dura la borrachera.

Última llamada

«¿Me oyes?» La muerte te habla al oído. Camina pegada a ti como una pareja de baile. Interpreta el tango como nadie. Sigue tus pasos desde que sales de casa camino del ascensor. «Te quiero para mí». Bajáis juntos hasta el garaje, tête à tête; te acompaña hasta el coche y rodea tu cintura mientras lo abres. Se sienta a tu lado cuando sacas el móvil y conectas el manos libres. Su aliento se pega a ti, hasta que la melodía que identifica las llamadas de tu mujer te distrae; consigues sin embargo descolgar antes del volantazo, ella insiste: «¿me oyes?».

Imagen de Anke Merzbach


Para la semana que viene Eva García nos deja la frase:
Acercándose un poquito más al barranco donde se esconde…

jueves, 13 de septiembre de 2018

XII edición de Relatos en Cadena. Setiembre. Episodio I

Septiembre es, en muchos sentidos, cuando comienza el año. Un montón de buenos propósitos se arremolinan en nuestra cabeza con la intención de ser realizadas. Ir al gimnasio, empezar una dieta, aquel coleccionable que siempre quisimos terminar. Septiembre rivaliza con enero, o en cierto sentido, ambos meses son el punto de partida de futuras decepciones. Para un escritor, por muy incipiente que sea, el mayor objetivo es escribir más. Olvidarse del pasado procrastinador, hincar los codos, estirar los dedos y hacer que ardan las teclas del portátil. Esa es la ilusión con la que empiezo este nuevo curso de relatos en cadena. Escribir tres micros por semana. Sea cual sea la frase. Me guste más o menos. Exprimir el magín hasta que salga algo coherente, digno de ser leído y que, a ser posible, consiga emocionar a alguien. Y buscar el tiempo hasta debajo de las piedras. La primera semana puedo estar feliz de haber conseguido sacar adelante este deseo. Tres micros tres, con la buena noticia además de que uno de ellos, Aprender a volar, ha sido seleccionado uno de los tres finalistas semanales. Esto anima, no lo voy a negar, pero sobre todo me alegra el haber sido capaz de escribir los tres micros pretendidos.
Después de este ladrillo de introducción, vamos a lo que de verdad importa. Estos son los tres micros presentados la primera semana de XII edición de Relatos en Cadena, el programa de la cadena SER que fomenta la escritura de microrrelatos.


Aprender a volar


El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. Desde que brotaron las alas en la espalda de los niños, revolotean todo el rato de un lado para otro. Entran y salen por las ventanas de su habitación, casi siempre sin permiso. Su padre y yo cenamos solos muchas noches y cuando por fin llegan a casa, justifican su desgana contando que han cazado alguna paloma distraída o una bandada de estorninos. Intentamos restaurar la antigua disciplina, los viejos horarios, que su habitación estuviera siempre recogida, los hábitos de estudio; sin lograrlo. Muchos padres han llenado de barrotes las ventanas, pero un canto plomizo tapiza de amargura la ciudad.

Imagen de Hugo Urlacher. Ángel con alas amarillas

Caldo de desamparo

El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. En las estanterías los libros buscan de reojo algún lector. Los niños de la vecina ya no vienen a buscar su pan con chocolate o las rosquillas del domingo. El perro dormita como si fuera una alfombra sujeta al suelo por el tiempo. Los besos antiguos flotan en el aire como pompas de jabón irreductibles. Las voces ocupan los rincones como arañas patilargas. En la terraza brotan flores de cristal. Dentro del frigorífico espera la tarta del último cumpleaños. La llama de las velas se conserva todavía fresca y un regalo olvidado se esconde en el fondo del armario.


Última estación

El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. Casi nunca hay leche en el frigorífico. Dentro del armario ya no quedan pantalones de peto ni jerséis hechos a punto de perlé. Las luces, las pocas veces que se encienden, tienen un lastimero tono amarillo. Los gatos, que entraban y salían por las ventanas a su antojo, dejaron de venir a acurrucarse en el sofá y en los cojines que adornaban las camas de los niños. Los grifos no dejan de gotear en las largas noches que dilatan el invierno. La nieve no solo blanquea nuestras sienes, sino que ha congelado a la muerte que acecha en el dintel.


Una de las cosas que más me cuesta de cada publicación es elegir una buena imagen que complemente el micro, que lo enriquezca a veces. En este nueve formato REC de tres relatos, si la pereza no me domina ni me abandonan las musas, buscaré una para el micro que más me convenza, porque elegir una para cada micro supondría un trabajo ímprobo. Esta imagen de Hugo Urlecher me parece impresionante, con seguridad lo mejor de esta entrada, pero además creo que le viene a Aprender a volar como anillo al dedo.

Me temo que esta entrada se va a alargar en exceso, pero no puedo dejar de colgar el enlace hasta la página de la Escuela de escritores en la que se pueden leer los otros dos cuentos finalistas, el de Paloma Casado, El monstruo y el de Alberto Muñoz, Gemelas, que fue el que se llevo la victoria.

Nunca he hecho esto, pero voy a intentar colgar también el audio de la Ventana en el que se desarrolla el concurso de Relatos en Cadena. A partir del minuto treinta más o menos.