domingo, 28 de octubre de 2018

Viernes creativo. Elmar Geißler.

Este viernes pasado, Ana Vidal vuelve a retarnos con una imagen, en mi opinión magnífica, pero también difícil. El autor Elmar Geißler, nos propone una imagen insólita, una reloj concreto en sus, digamos, últimas horas. Nada menos que el reloj, o uno de los relojes, de la Grand Central Terminal de New York, caído, desvencijado, sin manecillas, pero con un gran atractivo. Un relato en si mismo. Yo he intentado escribir algo sobre esto, pero no he podido llegar a la altura.
Elmar Geissler - reloj sin tiempo


Grand Central Terminal


La ciudad nueva se come a la Gran Manzana. El tiempo se detiene en la Grand Central. Los trenes se evaporan cuando alcanzan el andén. Los pasajeros esperan cargados de maletas que les son ajenas. En los paneles de información, las letras y los números giran y giran sin encontrar hora ni destino. Bartal, de rodillas, coge la mano de Gladys mientras espera su respuesta. Ella, poseedora de un futuro incierto, deja la cofia, el delantal y el expositor de tabaco a una muchacha más joven, más alta y con muchos más sueños, antes de darle el sí a ese joven desconocido. Ernst Lubitsch recorre la estación como un poseso, agitando los brazos mientras grita: «corten, corten, corten» sin que nadie le escuche, sin que nadie repare en las saetas que oscilan en sus manos airadas. Un reloj, olvidado en un rincón con cuerda para rato, exhala su último suspiro. Un dindón de hojalata se esparce por el aire para anunciar que el tren con destino a Putnam está a punto de partir. Gladys y Bartal, a los que nada se les ha perdido en Putnam, salen a Park Avenue y pasean de la mano por una ciudad que, aunque distinta, recuerdan haber soñado alguna vez.



Relatos en Cadena. Octubre. Episodio III.


Esperando que las aguas vuelvan a su cauce, escribo, por falta de tiempo más que por cualquier otro motivo, dos micros de último minuto. Acuciado por el trabajo y por la vida, quedan pocos resquicios para encontrar momentos de introspección y silencio, en los que las ideas fluyan y se hagan relatas. Considero este como un periodo de transición en el que es importantes por lo menos estar. Y estoy. No con los tres microrrelatos prometidos, pero intentando no perder al menos la presencia. Dos micros, dos, es todo lo que puedo ofreceros esta semana. Resultó ganador en esta tercera semana de octubre, Alberto Corujo con su El deslenguado, con un micro, a mi entender, brillante. Fueron finalistas junto a él, Gustavo Charles, con El método científico y Joaquín Valls con Primum vivere, de entre estos dos es más de mi agrado el de Joaquín. Enhorabuena a los tres por asomarse a la ventana. 

La hora del sicario

Como un enjambre después de recibir la pedrada de un niño, se escucha un rumor inquieto en la casa del Lobo. La viuda y otras mujeres de negro moquean en silencio. El zumbido sube y baja, revolotea alrededor de la caja del muerto, tropieza contra los cristales de las ventanas. Contrasta la quietud de luto que guardan sus allegados en el velorio, con el bullicio saciado de venganza con el que le reciben los espíritus atormentados de todas sus víctimas.


Imagen de Jan Saudek


Doce semanas y media

Como un enjambre después de recibir la pedrada de un niño, como un bullir de versos en la tripa de una adolescente, como la sangre que escapa por una herida abierta en la sien, en un momento se desmoronó el castillo de naipes sobre el que había planificado su vida. Nadie pudo ayudarle ni ofrecerle un consuelo suficiente. Nadie fue capaz de reaccionar ni de pedir explicaciones. Nadie pensó entonces en el timbal de mariscos ni en el chuletón de buey de León; mientras Flor, con su vestido de un blanco forzoso, recorría el pasillo hacia la puerta de la iglesia, después del no rotundo a la pregunta del sacerdote.



martes, 23 de octubre de 2018

Esta noche te cuento. Vivian Maier.

Hay veces que sin saber por qué, uno se levanta tierno, se pone a escribir y le salen historias como esta. Es seguro que tendrá muchos fallos, muchas cosas que corregir, pero me dejó contento. Lo que menos me gusta es esa elipsis ciclópea, ese salto espaciotemporal tan grande con el que se resuelve el cuento, y sin embargo, pienso que técnicamente es correcto. Me gusta la imagen de Vivian Maier, una excelente fotógrafa a la que no conocía, y que refleja con un sello muy personal la vida cotidiana. Fue el detonante que han buscado los de ENTC para este último mes y medio más o menos. No hubo laureles, aunque sí el premio de poder leer los cuentos de los compañeros, que en está ocasión alcanzaron un nivel muy alto. Podéis leer a los mencionados y a los seleccionados en este enlace.

RELATOS SELECCIONADOS

(entran directamente en el recopilatorio de 2018)
63. Extraños en un tren, de Eduardo Solana
66. Pérdidas, de Elisa de Armas
90. Tirar de la palanca en caso de emergencia, de Ernesto Ortega

RELATOS MENCIONADOS
(candidatos a la repesca para el recopilatorio de 2018)
32. El vestido, de Susana Revuelta
47. El tren del destino, de Ángel Barceló
48. Todo lo demás, de Paloma Hidalgo
62. Expreso de ida y vuelta, de Antonio Javier Álvarez
77. ¿Dónde estoy?, de Rafa Heredero
81. Cruce de vías, de Patricia Mejías
100. Treinta segundos, de Arantza Portabales



Resultado de imagen de vivian maier tren



Tal vez soñar

Ella, con las piernas llenas de arañazos y moratones en las rodillas, corre de un lado para otro, se sube a las sillas y a la mesa, se remanga su vestido evasé de encaje inglés, para saltar sobre las piezas de plástico que hay distribuidas sobre el suelo a modo de rayuela. Grita y canta con el pelo despeinado y los quiquis casi deshechos. Él, sentado en el centro de las vías, sigue ensimismado la trayectoria de la locomotora del Union Pacific, escucha las voces de la hija de la amiga de su madre y mordisquea con desgana la merienda. La niña, agotada de intentar atraer la atención de su nuevo amiguito, corre a por su pan con chocolate y se sienta junto a él. La cadencia redonda del convoy por fin les adormila, hasta que acaban los dos acurrucados en la alfombra.

Una voz de hojalata que anuncia la próxima estación les despierta. Se miran a los ojos todavía vidriosos y a las sienes de un extraño color blanco. Sonríen y, mientras piensan lo deprisa que ha pasado todo, se vuelven a dormir esperando que este tren alcance su destino.

domingo, 21 de octubre de 2018

Viernes creativos. Fardou Keuning. La Neomudejar.


Este viernes pasado, Ana Vidal nos proponía esta sugerente foto de Manu Espada en las
maravillosas las instalaciones de la artista plástica Fardou Keuning que se pueden ver en La Neomudéjar, en Madrid. Esta es la historia la historia que me sugirió... 

Fardou Keuning



Performance
Nos sentamos exhaustos cuando nos dolían las palmas de las manos de tanto aplauso, cuando nos ardían las gargantas de pedir otra y otra a voz en grito, cansados de esperar aquellos bises que no acabaron de llegar. Aguantamos los fríos de invierno, los vientos y las lluvias que nos dejó la primavera, el calor tórrido del verano, la inestabilidad del otoño. Acudimos al desplome del escenario, a la desolación que conquistó a las bambalinas, a la extinción lenta, fatal e inexorable de las candilejas. Sufrimos el asedio hosco de gentes extrañas, sobre sillas convertidas en potros de tortura. Estuvimos así mucho tiempo, hasta que comprendimos por fin, que el verdadero espectáculo éramos nosotros.

lunes, 15 de octubre de 2018

XII edición de Relatos en Cadena. Octubre. Espisodio II.


Lo que esta mañana se había supuesto una gran alegría, esta tarde se ha convertido en una enorme decepción. No quiero darle más importancia, todos podemos equivocarnos, pero mentiría si no dijera que a medida que ha ido avanzando la tarde me he ido viniendo abajo. Creo que la mayoría ponemos mucho en esto y sé, como sabéis muchos de vosotros, lo que supone la llamada de la Ventana. La verdad es que no tenía demasiadas esperanzas, porque aunque los micros me gustaban, no me parecían del tipo que suele escoger en REC. Quiero pasar página y hablar de este incidente lo menos posible. 
Esta semana tampoco he cumplido lo prometido, solo dos micros, esto es más complicado de lo que parece. Hoy se ha llevado el gato al agua Sofia de Encarnación Fernández con El otro lado. Han sido también finalistas Vicente Suárez de Góngora con Migraciones y Christian Fernández Alonso con Estigmas. No tengo muchas ganas de decantarme hoy, pero este micro que, de alguna manera, sustituía al mío, me ha parecido bastante divertido. 
Decir que tanto Manu de la Cadena SER, como Javier Sagarna, me han llamado para disculparse. Agradezco y valoro el detalle.
Comparto el micro fantasma, el que esperaba oír por las ondas y nunca escuché, apoyado en esta fantástica fotografía de Lissy Elle.

Estigmas

Tan misteriosamente como apareció, se cierra. Deja sin embargo un rastro de sangre que corre por la mano de la chica, un reguero que nace de la nada y busca, en connivencia con las leyes de gravitación universal, alcanzar el suelo. Una gota motriz dilata el hilo rojo hasta que muere engullida por la gasa, recién estrenada, blanca, virginal. El agua del grifo arrastra lo que queda, aunque un tono púrpura ilumina todavía la piel donde estuvo la herida. La niña calla y se aísla en el baño, no quiere más testigos, ni que otra vez la señalen con el dedo.


Lissy Elle

Y el otro, que también ocupa un lugar en mi corazoncito...

¿Quién es el asesino?

Tan misteriosamente como apareció, se cierra a cal y canto. Ni su guardia personal, ni la policía nacional, ni todo el ejército son capaces de volver a abrirlo. Tras una consulta previa con la red mundial de bibliotecas y con los miembros de la Real Academia, se concluye que no existen más copias de esa novela que, desde la biblioteca de Palacio, llamó la atención del Presidente. Tras localizar al autor en una institución de las afueras, el Servicio de Inteligencia, en los sótanos de sus dependencias, incapaz de arrancarle el final de su deteriorada memoria, aviva la desazón del mandatario.

Esta es la frase para esta semana:

Como un enjambre después de recibir la pedrada de un niño...

domingo, 14 de octubre de 2018

Viernes Creativo. Elizabeth Opalenik II.


No sé por qué esta foto de Elizabeth Opalenik, que nos propone Ana Vidal  para este viernes, me ha sugerido esta historia de repúblicas bananeras, de opresión y rebeldía. Lo cierto es que he escrito otra antes y la he mandado al concurso de la Microbibliteca, espero que haya suerte, veremos. El caso es que me gusta, creo que la repetición de la frase fetiche le da cierto ritmo, aunque el final quizá llegué un poco atropellado y desdibuje un poco la intención. He intentado avanzar desde lo cotidiano a lo excepcional, pero tampoco quería extenderme demasiado, por lo que es posible que me haya saltado algún paso y el final se nos venga encima de repente. Ya me diréis si opináis como yo, o si he sido demasiado generoso juzgándome. La imagen como ya sabéis en de Elizabeth Opalenik.

Elizabeth Opalenik

Estado de excepción
Nos vigilan desde el límite de la arboleda, desde la atalaya del cerro sur, desde sus lanchas de guardabosques que patrullan día y noche. Lo saben todo de nosotros. Saben lo de Nakawe, la de los Quirán, con el chico de los Acha. Saben que Surem se muere sin remedio, que sus hijos pasan hambre, y que su mujer, Huilén, duerme en la cama del vicario. Saben que Yacú, el pescador de anguilas, esconde en una lata las pepitas de oro que recoge en el margen del estero. Saben que la lluvia atraviesa los tejados y que el viento apaga las hogueras que nos calientan en invierno. Saben que blasfemamos en secreto y que nos reunimos la noche de los martes en el hogar de caña. Saben que guardamos armas en el sotabanco y quien nos las ha proporcionado. Lo saben todo de nosotros. Saben hasta el día en que está programada la revuelta y lo que harán después con los cadáveres de los insurrectos. Lo saben desde hace tiempo. Como sabemos nosotros que ya no hay marcha atrás.

viernes, 12 de octubre de 2018

Esta Noche Te Cuento. Benoit Courti.


Al contemplar esta imagen de Benoit Courti por primera vez, muchas ideas de repente se atropellaron en mi cabeza. Lo primero que llama la atención es el agua, por lo que tuve claro desde el principio que tendría que estar presente en el relato. Sin embargo fueron los pies, esos pies blancos y pequeños los que empezaron a hurgar y hurgar en mi imaginación, hasta sacar a flote esta secreta fantasía que me ronda desde hace tanto y que pude realizar por fin, aunque fuera en el papel. No es del todo inocente pues, que el relato esté contado en primera persona. Esto fue por el mes de mayo, junio con las vacaciones casi a la vista y el calor avivando nuestras mentes. Espero que os guste.


























Ashiatsu
 


Clava sus pies en mi espalda marchita. Un erial de piel ceniza que se contrae a cada paso. Carne de arena que se abre separada por dedos de diamante. Marca sus huellas en mis huesos de cristal. Cruje el hedor del miedo con el peso dormido de la culpa. Un rastro de pisadas que se pierde en las nalgas delgadas del viejo en el que habito. Baila sobre el mar de sal y kril que embate mis costillas. Tendus, demi plié, grand plié con sus plantas palmeadas, con sus alas de cisne, con la voz rotunda de quien lleva la muerte pegada a los talones. Nunca hablamos ni para ajustar el precio. Camina, baila, salta. Exhala el grito ancestral que aprendió de sus demonios, que transciende de su cuerpo de pez exiguo y abisal, que traspasa los muros transparentes de Pompeya. Arde el niño que me queda entre las piernas. Deja escapar lágrimas calientes, la lava de azúcar que dormita en el pozo del olvido. Polvo fósil, sangre estancada en las acequias del tiempo. El mar, otra vez, en el hueco almohadillado de una cama plegable de masajes. Vale lo que pide. Sin reproches. Hasta que vuelva la próxima semana.

Aunque no quedé descontento con el micro, es verdad que pensaba que era un micro que no iba a llegar a los lectores o al jurado, y que pasaría sin pena ni gloria por ENTC, sin embargo me llevé la grata sorpresa de que irá en el libro del 2018, junto a los micros de dos excelentes escritoras como Ana Fúster y Mar Horno.








lunes, 8 de octubre de 2018

XII edición de Relatos en Cadena. Octubre. Espisodio I

Esta semana he podido cumplir con los tres micros prometidos, sin duda porque ha sido una semana doble, pero tengo muy mal pronóstico para la semana que viene, además del poco tiempo del que voy a disponer, la frase no me motiva nada y tiene una construcción,  a mi entender, bastante compleja. Es la frase que nos ha dejado la ganadora de la cuarta semana, María Antonia Ramos Prada, La otra dimensión, enhorabuena María Antonia. Y felicidades también a los otros dos finalistas, Salvador Terceño, con La franja cobriza y Marta Currás, con Optimizando el método. Me ha gustado mucho el de Salvador Terceño y, si soy franco, los otros dos no he terminado de entenderlos. Culpa mía sin duda.
Para ilustrar el primero de los micros he elegido una imagen de la maravillosa fotógrafa Niki Boon.


Apagafuegos
Comienzan a acumularse en la superficie del planeta lenguas de fuego. Las hay de todos los tamaños. Algunas son enormes fogonazos que rompen la paz nocturna, como la estela de un tomahaw recién lanzado. Otras, pequeñas como llamas de mechero, iluminan la negrura opaca de los sueños. Las hay tan diminutas, que se puede jugar con ellas sin quemarse, o soplarlas al viento como vilanos de dientes de león que se posen en las carnes rotundas del deseo. Todavía nadie sabe el origen de esta plaga ni que, en un garaje remoto de la ciudad del olvido, existe una persona capaz de sofocar mi corazón en llamas.
Imagen de Niki Boon


Invasores
Comienzan a acumularse en la superficie del planeta. Nos miran con sus enormes ojos de búho entristecido. Su aspecto humano nos confunde. Las hembras son hermosas y un poso de dulzura emana del gesto que mantienen impasibles. Desde la base del Sistema advierten que no se les moleste, que se respete su quietud allá donde aparezcan. Sorprende la pureza marmórea de su piel, su completa desnudez, el encanto irresistible que ejerce su sexo sobre el deseo reprimido que impera en nuestro mundo. Su olor se vuelve irresistible cada noche y en penumbra, cuando pensamos que todos los demás están dormidos, saciamos a escondidas su apetito.
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Inquietud
Comienzan a acumularse en el planeta versos adolescentes. Escapan de diarios secretos, de servilletas de papel, de cuadernos de notas, de la anteportada de libros dedicados. Algunos saltan de las cabezas de sus creadores, incluso antes de ser escritos, y ocupan las calles como milicianos que asalten una ciudad rendida. Se respira un viento lírico que acalora los sentidos y agita los corazones más exhaustos. La pátina de miel que cubre las aceras, contrasta con las tormentas de rebeldía que oscurecen el cielo de repente, La lluvia barre ramblas y avenidas, y arrastra, hasta más allá de los suburbios, el germen insurrecto del lenguaje.
La frase para la semana que viene:
Tan misteriosamente como apareció, se cierra...

domingo, 7 de octubre de 2018

Esta Noche Te Cuento. Annie Leibovitz.


Esta fotografía que hizo Annie Leibovitz de Cate Blanchet, es el detonante para los relatos que  propuso ENTC para el mes de mayo pasado. Me gustó inventar una historia sobre el retrato de esta excelente actriz, quizá no estuve demasiado sembrado, quizá caminé por lugares demasiado comunes, quizá por eso no obtuve ni un solo comentario. El caso es que a mí, el relato, me dejó satisfecho, al menos en parte. Nunca te quedas del todo conforme con ninguno de tus relatos. A mí al menos así me pasa. 






































La puerta de atrás 

Antes de que salga el marmitón, Cate ensaya sus mejores muecas, como había aprendido en The sistem, la academia de interpretación en la que estudiaba el método Stanislavsky, cuando todavía podía pagarla. Consciente de que su actuación no provocará ningún aplauso ni levantará a los espectadores de sus asientos, concentra sus esfuerzos en ablandar el corazón del aprendiz de turno. De ello depende que tenga que hurgar en los contenedores, como todos los demás, o que le hagan pasar a la parte de atrás de la cocina. Cada gesto, cada movimiento, cada ademán está preparado, con el esmero de una prima donna, para provocar la compasión de su ínfimo auditorio. Hasta el último puchero una vez dentro, con el hambre satisfecha y la autoestima a punto de resquebrajarse, es ejecutado con la determinación que lo haría en un estreno, con el afán de conseguir un precio justo que la libere de acercarse al pilón o a la yacija que espera en un rincón escondido del almacén.


viernes, 5 de octubre de 2018

Viernes creativos. Elizabeth Opalenik

Este viernes, una Ana Vidal indecisa, no propone esta imagen para crear una historia:
Como no he podido decidirme entre todo el trabajo de esta artista visual, os traigo hoy una imagen y la semana que viene otra de la misma autora: Elizabeth Opalenik, para inspiraros.

La imagen de Elisabetn Opalenik me ha parecido tan inquietante, que me ha salido un cuento bastante oscuro, hasta convertir a este mal hijo en un auténtico parásito...

Elizabeth Opalenik bebé
Elizabeth Opalenik


Parásitos

Te querré siempre madre, como quiere el buitre a la carroña. Necesito el aire oxidado que mana de tu cuerpo nodriza; sentir la llamada de tus pechos repletos de alimento, el olor agrio de la leche, el tacto caliente de tu carne entre mis labios, tus palabras de azúcar.

Te querré siempre madre, como quiere el lagarto el pedernal en el invierno. Necesito el abrigo de tus brazos de seda, el fuego que enciende tus cabellos, el arrullo de tus nanas de turba, tu mirada de sol; sentir el vaho de tu cariño, el cordón de plata que custodia mis pasos más osados, tus besos de lana.

Te querré siempre madre, hasta que el manto de tu piel pierda la frescura, hasta que un halo de ceniza pinte de gris las ondas de tu pelo; hasta que tus piernas, columnas de otro tiempo, necesiten el apoyo de mis brazos. Hasta que encuentre en otra las llamas abruptas del deseo. Te querré siempre madre, hasta que un viento de derrota apague el brillo azul de la prosapia.

jueves, 4 de octubre de 2018

Esta Noche Te Cuento. René Maltête.


Entre el mes de marzo y el de abril, en ENTC nos propusieron esta fotografía de René Maltête, que en principio parecía muy evocadora. Después fue más difícil de lo que parecía salir de ese balcón a pesar de la imagen sugerente de la alfombra. Aunque el final no acababa de convencerme, el relato obtuvo premio y se coló en la lista de los nominados, con opción a repesca para entrar en el libro. 


Ver las imágenes de origen










Ultramarinos

María Micaela Mansuelli aprendió a volar. Desde que empezó a trabajar en casa de los Bonavides, tenía su habitación terminada antes de que despuntara el alba. Después recogía las alfombras del salón de fumar, las de la biblioteca, las del comedor de los señores, las más pequeñas, y las sacudía, una a una, colgadas del barandal de forja del balcón de calle. Subía y bajaba el sacudidor de mimbre con un aleteo armónico, cada vez más rápido. Primero con la derecha; luego con la izquierda. Batía los brazos con la cadencia del oleaje contra la rocalla, con la fuerza que desata la tempestad, con la rabia que provoca la ausencia. Y se elevaba. Por encima de pueblos y ciudades, de bosques y selvas, de picos y cordilleras. Por encima del mar. Hasta alcanzar lugares comunes de otro tiempo, calles que corría cuando niña, no hacía tanto. La casa de su madre, la habitación del fondo en la que durmió un día; en la que esperaba el pequeño Néstor, cada noche, el aliento cálido que terminara de arroparle. Con la última mota de polvo plegaba sus alas y devolvía las alfombras a su sitio, mientras velaba el sueño de su niño.



lunes, 1 de octubre de 2018

Festival de la palabra en Garafría. Cartas de amor.



El sábado 29, Ana Vidal se fue con su Olimpia de toda la vida al Festival de la palabra en Garafría, en la isla de La Palma. Dos días antes lanzó a las redes un aviso para navegantes. Se requerían cartas de amor para que participaran de alguna manera en ese festival. Además de las cartas que escribirían en directo aquellos que se animaran y la propia Ana. Yo procuro participar en cualquier evento en el que esté involucrada Ana Vidal, porque ella, queriendo o sin querer, le da a todo un brillo especial, incluso a aquello que tal vez ni siquiera lo tenga. Esta fue mi apuesta, y seguro que pasado por su rutilante tamiz, una luz especial se apoderó de él. 


La imagen puede contener: interior



Balduque, 2 del 2 del 2222
Te vi, y aún te espero. Te vi por última vez detrás del fieltro negro del ilusionista. Te vi mujer de lentejuelas, de seda argéntea, brillar en bambalinas. Te vi encerrada en aquel cajón angosto, bailar tus miembros de uno a otro lado sin ver jamás que perdieras la sonrisa. Te vi mujer rompecabezas, hecha pedazos en los dados falsos de un feriante de segunda. Te vi desafiar las leyes de la física, desde la butaca espía que pagaba en el gallinero de cada pueblo que recorría vuestra troupe; flotar cubierta por un manto de franela en el aire viciado del teatro. Elevarte sobre el humo grisáceo del tabaco y el polvo del camino, sacado a la palestra por los haces de luz que rompían la penumbra. Te vi aparecer en cada sueño y desaparecer después llevada por un viento helado al rincón donde se esconden los deseos, al otro lado del mundo. Tan lejos que nunca pude tocarte con los dedos ni besar los labios dorados con los que lanzabas besos al público anónimo y remoto. Te vi en la nada, en ese instante invisible en el que no existe la materia, pedir auxilio para sacar tu cuerpo de paloma de aquella jaula de mentiras. Te vi, mujer de alas blancas, y aún te espero, entre las ramas perdidas de un árbol cualquiera en un bosque de Ávalon. Te vi en los versos apócrifos de un poeta de entreguerras, en el hechizo gastado de una celestina de opereta. Te vi, y aún te espero, en esta cárcel de amor que forja sin barrotes la esperanza. 

Si algún día convirtiera esta carta en un microrrelato lo titularía:
La mujer del mago