La Redonda es un proyecto vital de Nacho Fernández, actor, director y maestro de esgrima cántabro.
La Redonda es su casa. Una edificación en Vioño de Piélagos de 300 años de antigüedad, rehabilitada íntegramente y convertida en un sueño.
La Redonda es un edificio versátil que contiene un espacio escénico de 100 m2 , con una altura de 9 m, un aforo de hasta 120 personas y posibilidad de utilizar la escena según las necesidades del espectáculo.
El concurso de microrrelatos La Redonda te cuenta, está organizado para difundir La Redonda a nivel nacional: Contará con la coordinación de Juan Moran, creador del blog Esta noche te cuento.
La Redonda es su casa. Una edificación en Vioño de Piélagos de 300 años de antigüedad, rehabilitada íntegramente y convertida en un sueño.
La Redonda es un edificio versátil que contiene un espacio escénico de 100 m2 , con una altura de 9 m, un aforo de hasta 120 personas y posibilidad de utilizar la escena según las necesidades del espectáculo.
El concurso de microrrelatos La Redonda te cuenta, está organizado para difundir La Redonda a nivel nacional: Contará con la coordinación de Juan Moran, creador del blog Esta noche te cuento.
Los 5 relatos nominados para el relato ganador serán representados teatralmente durante la entrega de premios en La Redonda.
Este es uno de los míos, un microrrelato con banda sonora.
Viva las Vegas
El traje de Elvis le quedaba algo estrecho, pero era su última voluntad y no íbamos a contrariarlo ahora que estaba muerto. Había dejado escrito que corriera la cerveza y que durante el funeral no dejara de sonar el Return To Sender. Creo que de alguna manera confiaba en volver a estar vivo, bien como el perro guardián de algún casino, bien como el director del mejor club de Las Vegas. Lo de las croquetas fue idea de mamá, doscientas croquetas de jamón, sus favoritas. El tupé perfecto, a pesar del pelo blanco y escaso que aún conservaba. Haber descubierto a este peluquero fue su mejor legado. Dejó bien claro que no quería lágrimas ni lamentos y que solo descansaría en paz si bailábamos su canción favorita. Los del tanatorio se pusieron un poco tiquismiquis con lo de la música, pero lo arreglamos con dinero y buenas palabras. Cuando mejor lo estábamos pasando, aparecieron, gimoteando en inglés y abriéndose paso hasta la vitrina que guardaba el ataúd, aquella mujer con el aspecto de una Ann-Margret envejecida y aquel mocoso vestido de Elvis. Tendría los mismos años que su último viaje a Las Vegas y ostentaba un delator aire de familia.
Buen relato, Juancho. Suerte, campeón.
ResponderEliminarUn abrazo
Para La redonda intento escribir algo que pueda ser representable, y tal vez sea un error ya que supone una dificultad añadida. El desenlace quizá sea algo atropellado y no he sabido darle a la última frase la forma que me hubiera gustado. Aún así me parece un relato simpático que describe un duelo fuera de lo que estamos acostumbrados. No creo que haya suerte, pero en intentarlo está lo divertido. Gracias Ángel por tu omnipresencia y tus siempre alentadores comentarios.
EliminarAbrazos!!!
Morir con estilo. No llores, lagarto, es un relato delicioso.
ResponderEliminarLágrimas de cocodrilo... ;) Muchísimas gracias!!! Un beso grande hermanita!!
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