Voy a ser sincero y confesar que tengo dos cuentos para esta sugerente imagen de Tanja Jeremić. El primero me ha gustado mucho y me lo he guardado para un concurso. Otras veces he hecho esto, las imágenes que selecciona Ana vidal suelen ser muy inspiradoras, pero nunca con la primera opción, que siempre he colgado en los Viernes creativos religiosamente. Esto me hace sentirme un poco raro, como si hubiera cometido una traición, pero, aunque es muy difícil, si la empresa llegara a buen puerto, anunciaré orgulloso donde está el gen del que parte la historia. Tampoco suelo hacerlo mucho porque es la imagen la que dicta la historia, su esencia, desde el prisma de cada uno, claro, la que te exprime hasta contarla, y es muy difícil exprimir un limón dos veces.
El influjo de la luna
El hombre lobo se había enamorado de Anaïs Ortega. Aullaba al infinito y corría por las calles buscando su rastro. Anaïs esperaba a que la luna se llenara y escapaba entre las sombras abiertas del espejo. Cada veintiocho días jugaban al gato y ratón. Anaïs tenía miedo de los lobos y de los hombres; de los ratones y de los gatos. Cansada de seguir con ese juego decidió coger el toro por los cuernos. Aunque tampoco los toros eran santo de su devoción, se armó de valor y volvió a fumar. El olor del tabaco difuminaba su estela y su recuerdo, confundía al lobo que recuperaba su forma humana, cuando el satélite empezaba a menguar, antes de encontrarla. De vuelta el hombre, Anaïs dormía tranquila, porque no estaba enamorado y se entretenía jugando en otras camas.
El hombre lobo se había enamorado de Anaïs Ortega. Aullaba al infinito y corría por las calles buscando su rastro. Anaïs esperaba a que la luna se llenara y escapaba entre las sombras abiertas del espejo. Cada veintiocho días jugaban al gato y ratón. Anaïs tenía miedo de los lobos y de los hombres; de los ratones y de los gatos. Cansada de seguir con ese juego decidió coger el toro por los cuernos. Aunque tampoco los toros eran santo de su devoción, se armó de valor y volvió a fumar. El olor del tabaco difuminaba su estela y su recuerdo, confundía al lobo que recuperaba su forma humana, cuando el satélite empezaba a menguar, antes de encontrarla. De vuelta el hombre, Anaïs dormía tranquila, porque no estaba enamorado y se entretenía jugando en otras camas.
Qué bien te adentras en el dominio del lobo, de la luna, del ensueño. Como siempre, una gozada entrar en tu círculo de letras. Gracias por compartirlo 😘
ResponderEliminar¿Quién tiene más peligro, el lobo o el hombre? Muchísimas gracias Belén!!!
EliminarBesossss!!!
Te he vuelto a leer y me ha gustado más aún tu micro. Felicidades has un coctel que al final ha resultado. Suerte con el que has guardado.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias Nani!!! Si no hay suerte, que es lo más probable, lo colgaré también.
EliminarBesossss!!
Un lagarto que conoce a los hombres, que sabe de lobos y entiende a las mujeres. A ver si al final no es tan malo el tabaco como dicen.
ResponderEliminarUn abrazo, Juancho
jajaja... me encanta la confianza que depositas en mí, Ángel, pero creo que no cumplo con ninguna de las capacidades que me otorgas. Además dejé hace tiempo de fumar y estoy feliz por ello, a nadie le recomendaría retomar el vicio, pero agradezco tus palabras´, y tu visita... Un fuerte abrazo, amigo!!!
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