Este mes buscamos, en ENTC, un hotel en el que vivir historias de misterio, de pasión, de terror, de intriga, de amor y de odio; algunas fantásticas y otras basadas en hechos reales. Yo he querido rendir un modesto homenaje a la Antología de Microrrelatos 201 compilada por David Roas y José Donayre para Ediciones Altazor.
Nunca pasa nada en la 201
El cadáver espera paciente a que lleguen los operarios de la funeraria con el ataúd de pino que le correspondería según el contrato formalizado, muchos años atrás, con la compañía aseguradora de decesos. La rubia suplica a la policía para que le dejen irse y alega que ella nada tiene que ver con la muerte de aquel hombre, que es una honrada profesional de la prostitución que se dedica a hacer su trabajo lo mejor que puede, que cada vez es más difícil llevarse un sueldo digno a casa y encima hay que descontar la comisión del hotel y lo que se lleva su chulo. Que cuando el cliente le dijo el número de la habitación, a ella ya le había dado muy mala espina porque corrían rumores acerca del mal fario que tenía el numerito dichoso. La recepcionista se santigua una y otra vez repitiendo que es un castigo divino por aceptar dinero marcado por el pecado y que nunca tendría que haber aceptado aquel trabajo. El forense dictamina que ha sido ataque cardiaco y el comisario ordena, otra vez contrariado, retirar el precinto que había decretado sobre la maldita habitación doscientos uno.
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