Después de casi siete meses merece la pena volver a escribir en el blog por esta iniciativa de Miguel Torija en su blog La colina naranja. Esta es mi modesta pero comprometida aportación. Nos vemos en la alambrada.
Jaulas
Wael corre, salta, esquiva las alfombras colocadas para la oración. La mayoría aún conserva la fe, lo único que en realidad les queda. Lo demás va cayendo del cielo como un maná infinito que inunda la desgracia atemporal de los desplazados: las prendas que arropan su pudor y los protegen del frío de la aurora; el pan y el agua, el trigo y la fruta. El lecho irregular de mantas y de harapos, refugio de sueños y desvelos, de esperanzas y de miedos. Wael, sin alejarse demasiado de su padre que controla con eficaz mirada tan milagrosa energía, busca a otros niños. Busca en ellos los ojos oscuros de quien hasta no hace tanto fue su espejo. Busca la mano de Adib, la que le enseño a moverse por las calles de Alepo, la que le conducía a diario a los brazos de su madre, convertida, también ahora, en un rumor lejano que susurra cada noche en sus oídos la música de la rompiente. Wael escucha y mira, mira a través de rombos de alambre todo lo que le es negado, igual que veíamos los niños de mi generación, a hurtadillas desde el pasillo, un beso en blanco negro entre los rombos de la censura. Wael escucha al otro lado el canto de los pájaros y piensa que él también, algún día, será libre.
Yo creo qu emerece la pena que no te ausentes tanto de tu levita. Buen alarido. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias Eva!!! Me puede la pereza ;)
EliminarBesossss!!
Ay, los rombos. Opino lo mismo que Salamandra, que merece la pena leerte, aunque hoy sea tan triste.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias chicas, se nota que me tenéis cariño. Los rombos... entonces éramos tan jóvenes...
EliminarEs triste sí, pero deja una puerta abierta a la esperanza.
Besossss!!!
Personas obligadas a hacinarse en jaulas, y las hay de muchos tipos. La indiferencia y el egoísmo añaden barrotes cada día.
ResponderEliminarUn abrazo, Juancho
Creo que la mayoría vivimos en nuestra propia jaula, aunque hay unas peores que otras. Gracias Ángel, un fuerte abrazo!!!
EliminarUn relato con esperanza, ojalá. Pero creo que lo tienen difícil, no se han traído el petróleo. ¿Qué contestaremos a nuestros nietos?
ResponderEliminarTambién yo soy escéptico, pero me pedía el cuerpo dejar una puerta abierta a la esperanza.
EliminarUn abrazo Ximens!!!