Cada viernes,
Fernando Vicente lanza una propuesta para que la imaginación de quienes así lo
deseen vuelen alrededor de una imagen, esta es la el pasado viernes 04/10/2013.
¿Te atreves a
escribir una historia para esta ilustración de la serie Atlas de mi
tocayo Fernando Vicente? Usa
esta imagen como detonante de tu relato y cuéntanoslo. Sé imaginativo, no
caigas en los clichés.

«Emerge Albión, entre espuma y caracolas, de las frías
aguas del Mar del Norte». La cálida
caricia del agua sobre mi piel y la bruma provocada por el vaho, relajan mis
párpados hasta dejarme llevar. El pasado, siempre al acecho, aprovecha
cualquier resquicio y regresa a mi memoria. Hace ya tanto tiempo y sin embargo
el recuerdo de aquel viaje permanece enganchado a mi como aquella densa niebla de
la que no pudimos librarnos en ningún momento. Londres se nos metió en los
huesos; era lo que buscábamos para ambientar las ilustraciones y para escribir
el guión, de lo que sería nuestro siguiente trabajo en común, pero
acostumbrados al sol de nuestra tierra, se hacía duro ese masticar de nubes
constante. Después de un minucioso proceso de preparación, todo salió mal y
aquel farsante se creyó la auténtica reencarnación de Jack el destripador. Lo
que empezó como un perfecto trabajo de documentación para nuestro próximo comic,
acabó con aquel demente y su carro en el fondo del Támesis. No hubo elección, era él o yo. Y
Jaime conduciendo por la izquierda con aquella niebla. Pusimos pies en
polvorosa en cuanto nos deshicimos del cadáver. Maldito gilipollas, contestó a
uno de nuestros correos asegurando que era descendiente directo del famoso
asesino en serie y no resultó ser más que un burdo imitador suyo. Un vuelo low
cost, pillado con el móvil en el mismo Heathrow y vuelta a casa. Jaime no pudo
soportar la presión. Sus dibujos cada día se volvían más sórdidos hasta que
encerrado en sí mismo un buen día dejó volar su cuerpo desde el puente 25 de
abril. Qué flema el tío, dejó el coche allí en medio aparcado y tras escalar la
barrera de protección puso fin a sus remordimientos. Lo sentí, aunque lo
nuestro había acabado hacía ya tiempo y ahora solo manteníamos una relación
profesional, se puede decir que le quería. Solíamos ir a menudo a Lisboa, La
Alfama, Chiado, La Baixa,… son barrios
que nos inspiraban de una manera especial. Además es una ciudad de ensueño y en
la que casi siempre teníamos una recaída en nuestra relación sexual. Le gustaba tanto que al final se quedó en ella
para siempre. A mí todo este asunto me ha proporcionado un torrente de estupendo
material para escribir, tengo más y mejores ideas que nunca y he publicado una
novela de gran éxito editorial, pero reconozco que desde entonces tengo miedo,
que tiemblo cada vez que suena el teléfono y que cuando llaman a mi puerta
pienso que la policía se presenta en mi
casa con una orden de extradición. Pero mi peor momento es cuando Morfeo vence
mi vigilia y vuelvo a sentir de nuevo los enormes dedos de aquel tarado
apretando mi garganta y su sangre corriendo por mis manos; imágenes que se
enganchan en un perpetuo bucle del que
no soy capaz de salir. Pero hoy por fin he decidido escapar también, como hizo
Jaime, y mientras mis ojos acaban de cerrarse definitivamente, contemplo dos arroyos de
sangre que manan de mis muñecas y desembocan en el turbio mar de mi
bañera. «Emerge Albión y se tiñe de rojo el negro futuro de los poetas».