Se oye un rítmico puf puf de
fantasmas paridos, un rodar de nobles cabezas cortadas cuya sangre aún caliente
borbotea, un tañido de campanas jamás forjadas que sirvieron en bandeja la
venganza a aquel rey inseguro, el silbido de la espada que uno tras otro sesgó
sin piedad los doce capullos más prometedores de aquel frondoso jardín de
Aragón. Se oye al adentrarnos en el oscuro silencio de la cripta. Y a pesar de
haber transcurrido más de diez siglos, sientes la necesidad de apuntalar el cuello
con las manos para que no lo separen de tu cuerpo.
Esta es mi primera intervención en Relatos en cadena. Puede que se note algo mi bisoñez pero a mi me gusta, claro que esto no es raro siendo como soy el padre de la criatura. Estos fantasmas andaban dando vueltas en mi cabeza desde que una vez, hace muchos años, conocí esta historia gracias a un libro de lecturas del colegio. La frase de entrada para aquella semana del REC hizo que se presentaran ante mi nada más leerla y este es el resultado. Espero disfrutéis con su lectura.
